
En esta vivienda siempre se huyó de «hacer una casa bonita«. El arte no es mejor o peor por su belleza sino por el grado de emoción que nos suscita. La belleza es algo superficial y en la mayoría de los casos, falsa. Mi obsesión en este caso era realizar una abstracción total (que nada tiene que ver con el minimalismo), que evocara las mismas sensaciones encontradas que sentimos cuando vemos el monolito negro de «2.001, una odisea del espacio«, Stonehenge, los toros de Guisando, o el humo negro de «Perdidos» (antes de que la cagaran con las explicaciones).
Es una caja negra que absorbe la luz, sin remate en las aristas, con agujeros en lugar de ventanas. Huye también de la proporción, su geometría es estrictamente la que demanda la función interna. Tiendo a ser formalista en mi arquitectura, pero aquí quise enfocarlo como algo que sale de la nada, como si nunca hubiera estudiado arquitectura.
No es una casa, ni una escultura, no sé muy bien que es, ni me interesa saberlo. Y eso me crea un desasosiego que me ayuda a seguir adorando mi profesión.
Excelente proyecto de arquitectura !!!!!!!