En palabras del barón Pierre de Coubertin en 1896, más rápido, más alto, más fuerte. Parece que el ser humano se empeña en traspasar los límites, incluso cuando lo lógico sería no hacerlo. Medir, compararnos unos con otros, y a poder ser ganar. En todo, también en arquitectura. A veces resulta fantástico, a veces ridículo.
La Torre Eiffel vino a ser la demostración empírica de que el hombre era capaz de sustentar el peso de un kilo a 300 metros de altura. Esto fue lo primero que me enseñaron en la escuela de arquitectura sobre ella, y se me quedó grabado. Tenía sentido, ¿no? Al menos en 1889 y para una Exposición Universal.
Pero a estas alturas es simplemente cuestión de mirar al resto del mundo por encima del hombro. El dato exacto de su altura nos da lo mismo. Es un número que no nos aporta nada. Si estamos dispuestos a medírnosla, hagámoslo de un modo comprensible:
¿y si el rascacielos más alto del mundo midiese lo que el Modulor?
Pues los dubaities estarían muy contentos de que a su Burj Khalifa el siguiente le quede a la altura del sobaco. Quedar de la cintura para arriba debe ser un alivio, una docena a día de hoy. Por curiosidad, el Taipei 101 justo a la altura del ombligo. Y el resto a evitar salpicaduras como puedan.
Así que desde el rencor que produce apenas alcanzar la suela de vuestro zapato, dubaities, ni estirando el brazo le ganáis a Barad-Dûr XD
Créditos de las imágenes: Aligoje en Wikipedia e East-High-All-Stars en deviantART
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