Este artículo podría empezar con la siguiente conversación:
– ¿Que tal vieja amiga? – dijo el arquitecto con cara de incertidumbre.
– ¡Que sorpresa!, ¿cómo tu por aquí? – contesto con asombro y alegría la celosía cerámica.
– El arquitecto al ver la reacción de su antigua amiga respondió – Hace mucho que no te veía y ahora que tengo más tiempo, quería recuperar el contacto con mis viejos amigos, aquellos con los que tantos buenos momentos pasé cuando todo iba más despacio. ¿Cómo te encuentras?, ¿qué tal han ido estos años?, ¿te acuerdas de nuestras interminables charlas? – preguntó él con emoción.
– La verdad es que aunque parezca mentira he conseguido colaborar en algunos proyectos que merece la pena recordar y seguro que conoces…pero… ya que estás aquí y sabiendo lo curioso que eres… ¿te apetece que entre los dos recordemos algunas batallitas? – Comentó la celosía mientras se movía hacia un lado, dejando entrever el interior de su casa.
La primera celosía que se conoce cómo tal, se encuentra en el templo de Karnak en el antiguo Egipto. Ideada para conseguir una luz ambiental, tenue y tamizada, fue colocada a 23 metros de altura, con el fin de ofrecer una iluminación natural cambiante que al atravesar las columnas inferiores generara un juego de sombras en el centro del templo. El material utilizado piedra calcárea blanca por su contraste con el gres rojizo de los elementos colindantes.
Vista desde el patio central del templo de Karnak, al fondo las primeras celosías.
Desde esta primera celosía, pasando por la arquitectura andalusí precursora de las celosías de barro y hasta llegar a nuestros días, muchas han sido las formas, efectos y construcciones utilizadas para conseguir reproducir las funciones principales de este filtro solar, tamiz o segunda piel:
- Ver sin ser visto.
- Dejar penetrar la luz en los interiores de forma no intrusiva.
- Dejar penetrar el aire, refrescando el espacio interior.
Estas funciones acompañadas de la durabilidad del material, su resistencia al paso del tiempo y la flexibilidad formal de diseño, le han otorgado un lugar privilegiado en el mundo de la arquitectura que no ha pasado desapercibido a lo largo de los años.
Pero…volvamos a la conversación entre nuestros amigos, a ver que nos cuentan:
– Por donde empezar…son tantos los recuerdos y he contemplado tantas situaciones – comentaba la celosía mientras miraba al exterior -. Me acuerdo del Liceo de niñas en Antofagasta, Chile, hacia el 1942. Tantas mujeres unidas levantando un centro formativo al servicio de la educación en una ciudad tan complicada. ¡Pues no he tenido que soportar pintadas y golpes con el fin de conseguir una educación igualitaria para hombres y mujeres! – exclamó, mientras miraba sus perfiles intactos.
– Es verdad – respondió el arquitecto con expresión triunfal –, conseguimos que aguantaras carros y carretas gracias a tu espesor uniforme y proporción entre espacios huecos y sólidos. Además, la colocación fue extraordinaria, ¡que gran colocador! – afirmó mientras asentía con la cabeza.
Detalle de la celosía perteneciente al muro perimetral que rodea el edificio del Liceo.
– ¡Oye! – volvió a exclamar el arquitecto –, y el Palacio de Congresos de Peñiscola ¿que me dices?, con sus monumentales piezas de gres de 100 x 40 x 40 cm y unos 80 kg de peso.
– ¡Buff!,ya me acuerdo, suspendida de una estructura metálica liviana de pletinas y varillas, creía que sería difícil mantenerme pero ¡que va!, ahí sigo con el paso del tiempo, firme y sólida. Aun me acuerdo de los arquitectos Paredes-Pedrosa, cómo lucharon contra viento y marea para conseguir que me quedara quieta mientras me cocían en el horno. – sonreía la celosía mientras comentaba aspectos del proceso de fabricación.
– Además, llegaron en un momento clave para ti, ya que hacía tiempo que no se utilizaban piezas tridimensionales cerámicas en este tipo de proyectos. – comentaba el arquitecto, mientras cogía un cenicero de barro con forma hexagonal.
– Es verdad – respondió ella –, hacía tiempo que no me buscaban para resolver este tipo de situaciones.
Palacio de Congresos de Peñiscola 2003. Fotografía / Lluis Casals y Roland Halbe.
Detalle de la estructura de sujeción.
– Además, después de este proyecto llegó uno de los grandes momentos de nuestra historia. ¡La Expo de Japón en 2005!, ¿te acuerdas?, fui protagonista principal en el pabellón de España, ¡madre mía! ahí si que triunfamos – decía ella con un destello momentáneo sobre su esmalte color naranja.
– Alejandro Zaera y Farshid Moussavi fueron los encargados de tal creación – comentó el arquitecto con gran elogio –. Fue en 2005 ¿no?, seis piezas distintas, seis colores y un proceso semiartesanal de la mano de Toni camella, ceramista con experiencia de varias generaciones de artesanos y además, uno de los pocos volcado en el mundo de la cerámica arquitectónica.
– ¿Y la resolución de los encuentros?, la esquina quedó perfecta, ¿no crees? – afirmó la celosía.
Pabellón español de la Expo 2005 Aichi, Japón.
Detalle de la esquina y su resolución.
– Esta atardeciendo – dijo el arquitecto –, ¡mmm!, que bonita es la sombra que proyectas en estos momentos.
La celosía que había cambiado su tonalidad naranja hacia un marrón semioscuro bañaba de un tono rojizo todo el interior de la casa.
– ¡Que rápido pasa el tiempo!, con la cantidad de proyectos que quedan por recordar – dijo alterada ella –. Que me dices del Oceanario de Lisboa de Campos Costa Arquitectos con sus piezas semicirculares y su compleja estructura de sujeción, o del Green Energy Laboratory en Shanghai donde formé parte de unos grandes ventanales que se orientaban según la necesidad del momento o cuando veía a los niños todos los días entrar en el Centro de Educación Infantil y Primaria en Canet D´en Bereguer en Valencia gracias a Fernández Soler Monrabal arquitectos o aquella vez……
– ¡Tranquila, tranquila! – se apresuro a decir el arquitecto -, que voy a venir más veces y tendremos tiempo de hablar de muchas cosas, no te preocupes. La vida solo pasa una vez y no quiero que me vuelvan a hacer olvidar a mis viejos amigos, ¡con lo que me ha costado recuperarlos!
Oceanario de Lisboa. Fotografía / Daniel Malhão, Radek Brunico
Detalle de la estructura portante y su anclaje. Fotografía / Daniel Malhão, Radek Brunico
GEL, Green Energy Laboratory. Fotografía / Charlie Xia
Detalle de la celosía. Fotografía / Charlie Xia
Centro de Educación Infantil y Primaria en Canet D´en Bereguer. Fotografía / Carlos Soler Monrabal.
Detalle de la celosía de entrada a las clases. Fotografía / Carlos Soler Monrabal.
Celosía y arquitecto aun estuvieron un buen rato hablando de viejos recuerdos, pero, la noche llegó y a muy pesar su, el arquitecto debía seguir su camino. Con un fuerte abrazo se despidió de su vieja amiga y, con paso firme y relajado, se fue alejando hacia el horizonte pensando…¿a qué viejo amigo iré a visitar ahora?.
Queda mucho por recordar y muchos productos cerámicos esperando a que vuelvas a visitarlos. Me encantaría mostraros el camino hasta ellos, así que, nos vemos en próximos diálogos…
Sobre el autor: Miguel Bartolomé
Me gusta la cerámica… como material, como producto, como parte de la arquitectura y como parte de mi vida… (Nací, crecí y trabajo en el lugar donde se diseña y fabrica la cerámica que llega a gran parte del mundo). Más de 14 años colaborando con arquitectos e interioristas en el diseño y desarrollo de productos cerámicos, 4 años de profesor de Diseño cerámico y Expresión Gráfica en la universidad de Castellón y tratar la información técnica desde el punto de vista de un diseñador industrial, han generado una cantidad de información que a través de este blog puede llegar a un público creativo que sabrá sacarle partido y exprimir el material cerámico en sus proyectos.
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Gran artículo, gracias por la reflexión. Los materiales cerámicos y sus fabricantes seguimos empeñados en nuevas ideas, pero es cierto que el valor de lo eterno como la celosía es realmente único. Gracias
Gracias por vuestro comentario. Vosotros en particular conocéis muy bien lo que es estar planteando nuevas ideas para posicionar la cerámica en el mundo de la prescripción.
Seguir así porque creo que sois un buen ejemplo a seguir.