Reconócelo, tanto tú como yo más de una vez hemos repasado con el dedo esos itinerarios imposibles en las ilustraciones de M. C. Escher. Qué grande Escher.
¿Sabías que empezó la carrera de arquitectura pero pronto la abandonó?
Monument Valley me ha fascinado. Lo he disfrutado de principio a fin, de nuevo con el dedo como protagonista sobre arquitecturas imposibles, como las de Escher. Girándolas, moviéndolas, adaptándolas para resolver pequeños puzzles y avanzar a la siguiente pantalla.
Nos enfrentaremos a 10 puzzles que nos sabrán a poco. Tendremos que guiar a Ida por una serie de escenarios hasta encontrar la salida. Tan sencillo que no necesita mayor explicación. La dificultad es mínima, tan solo hacia el final se complica un poquito la cosa, muy poquito para quien esté acostumbrado a pensar espacialmente.
Siendo tan corto, y tan fácil, ¿por qué engancha? Diría que por la combinación de unos escenarios que atraen desde el primer momento con una música sedante. Todo muy ‘zen‘, desde los colores pastel a esas notas sueltas que suenan cuando pulsas la pantalla.
Pero personalmente me quedo con que el protagonista no es la niña, sino el escenario. Con quien jugamos, con quien interactuamos, es con el escenario. El resto no es que estén de relleno, pero casi. Son la disculpa que nos hará girar piezas y movernos por esas arquitecturas imposibles.
Por ponerle una pega, es carillo. Al menos a simple vista 3,59€ tanto para iOS como para Android (4,83$ para Kindle Fire) parece bastante teniendo en cuenta que en hora y media o dos horas lo habrás terminado. Pero es que es de esos juegos en que se nota que todo, diseño, ambientación, jugabilidad, está pensado para que te relajes y desconectes por un rato de la pura y dura realidad, paseando virtualmente por donde nunca lo podrías hacer caminando. No me arrepiento de haber pasado por caja.
Y una curiosidad, Monument Valley se ha llevado uno de los Apple Design Awards del 2014.
Imágenes: capturas del juego, press kit y development blog de Monument Valley
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