En Colombia se ha dejado de lado el interés por culturas particulares como la que representa la cultura indígena Emberá chamí y el respeto por la naturaleza que ha tratado de conservar a través de los años. Es una comunidad indígena asentada principalmente en la cordillera occidental del país y que enfrentada a varios problemas de desplazamiento, se han ubicado en territorios con problemáticas de salubridad, deslizamiento, accesibilidad, y demás factores negativos que impiden un buen funcionamiento urbano, por ende social y cultural, que han llevado en vez de buscar soluciones, a un olvido casi rotundo, desconociendo en la actualidad sus tradiciones y su arquitectura.
Es entonces cuando surge como preocupación académica en la ciudad de Pereira, Colombia, por implementar soluciones que optimicen la comunidad Indígena como un punto de desarrollo en conexión con fuertes asentamientos en el departamento, conociendo sus tradiciones para resaltar con la arquitectura digna, su cultura. Es así como aparece la iniciativa con la posibilidad de demostrar a las diferentes entidades encargadas de facilitar que las etnias puedan “vivir dignamente”, que es posible hacer viviendas que brinden calidad de vida, en un planteamiento piloto que permita recuperar las tradiciones ambientales y el respeto por la naturaleza que la comunidad ha conservado a través de los años.
Arquitectura sostenible en Colombia
El proyecto parte de reubicar 47 viviendas Emberá ubicadas actualmente en una cancha de futbol del municipio de Marsella, Risaralda, esperando un territorio digno de ser rururbanizado para vivir en una comunidad con facilidad de cultivos comunitarios, accesibilidad, equipamientos educativos, culturales y de salud que les permita vivir en equilibrio con la naturaleza y que a su vez, recupere las tradiciones hasta ahora olvidadas.
La idea de conservar centros comunitarios que faciliten la accesibilidad de todas las familias que hacen parte del asentamiento, es preocupación fundamental a la hora de desarrollar la propuesta rururbana, donde diferentes centralidades conectadas con corredores ambientales, permiten un equilibrio constante con la naturaleza.
Las viviendas, pensadas para conservar la función habitacional en la que han convivido las familias a lo largo de su historia, permiten resaltar materiales autóctonos y construir en guadua o madera una vivienda que respete sus tradiciones y a su vez, teniendo en cuenta la orientación, vegetación, los vientos, cultivos comunitarios que ocupen si quiera la mitad del territorio, implementando al mismo tiempo huertas urbanas, hacen resaltar en la comunidad la arquitectura sostenible de la mano con su cultura, para recuperar en el país todo aquello que se ha dejado a un lado por construir grandes lozas de concreto.
Sobre la autora: Juliana Castillo Castaño
Arquitecta (Organización social EnContexto), Colombia. Pasión por la arquitectura social y el ecourbanismo, la fotografía, la pintura, la música y la lectura.
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Esta bueno, lo unico, saquen esa barandita amarilla horrenda por favor! Un profesor mio de arquitectura nos decia, diseñen hasta las barandas y picaportes, porque al menor descuido el cliente te mete una baranda con firuletes horrible. Espero no sea el caso aqui.
Saludos!
Excelente sugerencia. Son descuidos que se presentan al tratar de interactuar con culturas que reservan y respetan sus tradiciones, sin embargo, es allí donde el arquitecto debe transformar las necesidades del cliente, sin dejar los pequeños pero importantes detalles a la deriva.