Norman Foster – Great Court at the British Museum – London, UK – 1994-2000
“Necesitamos soluciones para los problemas reales, no inventar problemas para poder epatar con nuevas soluciones.” – Glenn Murcutt
Sirva esta introducción como un manifiesto contra aquel que nos cuenta que las altas tecnologías aplicadas a la arquitectura se encuentran en el panel de opciones de la ultima versión de un programa de modelado tridimensional con nombre de animal en peligro de extinción (bendita ironía) (1).
Cierto es que a golpe de clic podemos encontrar interesantes estudios formales y rápidas reflexiones sobre la relación entre el contenido y la piel que lo contiene. Pero de ahí a abanderar que esas formas «orgánicas» (si Gaudí levantara la cabeza…) y esa aleatoria creatividad informática son las claves del progreso cultural y el futuro de la arquitectura, hay un salto, y al vacío.
En campos como la escultura, la moda o el diseño industrial a pequeña escala, el uso de las nuevas tecnologías tiene una relación directa con la fase de creación, ya que el objeto final puede acogerse a la máxima de “la única norma es que no hay normas” para explorar formas y materiales que, aquí sí, permiten evolucionar la disciplina en cuestión.
En arquitectura, eso es distinto. La arquitectura de pabellones temporales puede tener una libertad similar a los campos antes mencionados, y ahí se aplaude la creatividad irracional en pro de una exploración técnica y innovadora. Pero la alta tecnología no se encuentra en la pantalla del ordenador.
Se encuentra en el material, en la técnica constructiva, en las capacidades estructurales. Si queremos alejarnos del minimalismo de Mies van der Rohe, exploremos la complejidad de las nuevas tecnologías. Pero no en formas irreales, sino en una precisa y minuciosa aplicación de conocimientos sobre nuevas técnicas o materiales que traerán arquitectura innovadora.
Buckminster Fuller – Designed geodesic dome at the 1967 International and Universal Exposition, or «Expo 67»
Estudiemos a Richard Buckminster Fuller. Fuller fue una figura muy influyente en los campos de la ingeniería, la arquitectura y el diseño industrial. Inquietudes y habilidades confluyen en una misma persona, descrita como un diseñador total. Él mismo define este concepto como “aquel especialista que es una síntesis emergente de artista, inventor, mecánico, economista objetivo y estratega de la evolución”.(2)
Estratega de la evolución. Uau. No suena a modelado 3D, sino a artesano perfeccionista…
Fuller realizó trabajos estructurales que condujeron la técnica constructiva a un nivel tecnológico avanzado, abriendo la etapa del “high-tech arquitectónico”. Su trabajo más representativo fue la cúpula geodésica, una construcción basada en principios geométricos básicos para construir figuras estructurales simples (tetraedros, octaedros) hasta estructuras complejas (esferas estables y ligeras).
Buckminster Fuller and Shoji Sadao – Dome over Manhattan (unbuilt project) – 1960
Esas invenciones expresaban una desbocada creatividad, que en algunos momentos llegó a convertirse en excentricidad con propuestas como una gran cúpula geodésica que cubriría todo Manhattan. ¿Locura? Sí, pero él podía explicar cómo lo haría, cuánto costaría. Esas son las locuras que necesitamos, no las de aleatorios experimentos en busca de lo «cool». Dejemos esas para escultores mediocres o hijos de papá jugando a la arquitectura.
Sin embargo, Fuller fue una fuente de inspiración para muchos arquitectos. Por ejemplo, el británico Norman Foster vio la posibilidad de estudiar la generación de estructuras altamente complejas y esa inspiración produjo grandes obras como la espectacular cúpula del British Museum (Londres, 1994-2000), una estructura a base de triangulaciones que recorre el patio que rodea el cuerpo central del museo, unificando los espacios exteriores e interiores. De esta forma Fuller empuja a Foster empezar a erigirse como una referencia en el uso de la tecnología aplicada al diseño, dotando a los proyectos de una estética high-tech, futurista.
Norman Foster – Great Court at the British Museum – London, UK – 1994-2000
Tal y como escribió Fuller en su texto “El diseñador total (1949)”,(2) sus ideas “perseguían el intento de incrementar los niveles de vida al convertir la alta potencialidad técnica a través del diseño”, haciendo que la nueva arquitectura pase a entenderse como una sinergía, es decir, “una acción cooperativa de elementos que provocan que un efecto final sea mayor a la suma de los efectos tomados de forma independiente”.
Esa es una brillante manera de definir la correcta comprensión de las posibilidades del High Tech…
Una sinergía entre diseño, técnica constructiva, tecnología y preocupación por las necesidades de los individuos.
Referencias:
- Rhinoceros
- FULLER, Richard Buckminster: El diseñador total (1949). Arquitectura, 46. COAATM, Murcia, 2003.
Autor del post: Sergi Sauras
Aprendí sobre arquitectura en Barcelona, pero hoy escribo desde una escuela de diseño de los Estados Unidos con vistas al Mar Mediterráneo. Mi web www.sergisauras.com
Estoy completamente de acuerdo! Qué bien que por fin alguien lo diga que la arquitectura debe aprovechar todas las nuevas tecnologías etc, eso sí, pero con fin práctico y no porque simplemente se puede.