Este botijo cerámico lleva en nuestra familia desde que tengo uso de razón. En las tardes de verano en el pueblo, colocado en una de las ventanas, en la sombra y donde corría el aire, nos alegraba el despertar de la siesta o la vuelta del baño.
En el campo, colgado de la rama de un peral con un palo en forma de hoz, se transformaba en el salvador, cuando en pleno agosto, mi padre y mi abuelo cogían peras de sol a sol.
Muchas historias contempló, buenas y malas, pero ahí estuvo, impasible y siempre al servicio de quién lo necesitaba.
Con el tiempo, aquel compañero fiel, fue desplazado por nuevos productos. Bolsas nevera, botellas herméticas, maquinas de agua frío-calor y muchas otras invenciones mantenían el agua fría pero perdían personalidad.
Hace poco tiempo, en una comida familiar, mi padre me dijo – mira Miguel lo que me he encontrado en casa los abuelos – de repente, aquel botijo, que tantos recuerdos escondía entre sus paredes de arcilla, volvió a aparecer entre nosotros para contar historias sin mediar palabra.
Eclipsó parte de la comida con anécdotas del pueblo, batallas de mi padre y mi abuelo en el campo y nos reímos mucho cuando recordábamos cómo mi madre se ponía perdida de agua intentando beber del botijo. Seguro que a ti también te ha pasado.
Por la noche, fuera por curiosidad, por nostalgia o porque me parece un producto increíble que ha pasado de ser esencial en tiempos pasados a ejemplo de eficiencia en la actualidad, estuve navegando por Internet con la intención de ver que había pasado con él durante estos años.
Definiciones, descripciones y múltiples formas de nombrarlo aparecían por cualquier parte que buscaba:
“Del latín tardío butticula, diminutivo de buttis, tonel. Denominado de diferentes formas según las regiones como puede ser pipo, pipote, piporro, pimporro, búcaro, barrila, piche, etc…”
“Vasija de barro cocido poroso, diseñada para contener agua que por el efecto de filtración y evaporación, se mantiene fresca.”
“En alfarería se define como vasija de cuerpo esferoide, un asa en su parte superior, y con dos o más orificios. Por lo general se llama boca al más ancho -por el que se llena-, y pitón o pitorro al otro, que produce un fino chorrillo ideal para beber sin demasiado desperdicio.”
También encontré algo de historia:
“El ejemplar más antiguo aparecido en la península ibérica pertenece a la cultura argárica y fue hallado en la necrópolis de Puntarrón Chico (Beniaján), cercana a la capital de la región murciana, en cuyo museo arqueológico se conserva; pieza importante en la historiografía de la cerámica por tratarse de una ‘obra cerrada’, con un solo orificio de 2 cm y el asa colocada en la parte superior; la medida del botijo es de 11 x 9,5 cm.1”
Además, descubrí que en algunas regiones, antes de usarlo por primera vez, se cura dejándolo durante un par de días lleno de agua y con un poco de anís o que en zonas de litoral, para curar el barro se introducen algunos cantos marinos por la boca de carga, se dejan en agua unos días y se enjuaga bien para que no quede regusto a sal. En fin, curiosidades que pueden inspirar tus ideas cerámicas.
Otra de las cosas que más me sorprendió, y que para mí, es la parte más importantes de este producto, es toda la información que hay alrededor de su funcionamiento.
Hay miles de definiciones, existe la ecuación del botijo formulada por Gabriel Pinto y José Ignacio Pinto e incluso doctorados centrados en la teoría de su funcionamiento.
No se yo si la frase popular: “más simple que el mecanismo de un botijo” sigue teniendo el mismo significado.
“El Funcionamiento del botijo cerámico”
En fin, después de mucho debatir, creo que está podría ser la descripción resumen, extraída, cómo no, de Wikipedia:
“El principio de funcionamiento del botijo es el siguiente: el agua almacenada se filtra por los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente seco exterior (característica del clima mediterráneo) se evapora, produciendo un enfriamiento (2,219 kilojulios por gramo de agua evaporada). La clave del enfriamiento está, por lo tanto, en la evaporación del agua exudada, ya que ésta, para evaporarse, extrae parte de la energía térmica del agua almacenada dentro del botijo.”
Este principio o efecto botijo, como bautizan algunos, sigue siendo iniciativa de proyectos arquitectónicos que intentan trasladar este aprovechamiento de los medios a nuestro entorno del hábitat. Pero este es un tema tan amplio…….. que lo dejaré para otro post.
La evolución del botijo
Y por último, la evolución del botijo. Más anchos, mas estrechos, pequeños, grandes, con un orificio, con dos, de colores, con motivos decorando sus paredes, muchos son los tipos de botijos fabricados a lo largo del tiempo.
Pero, entre todos ellos, dos proyectos, bajo mi opinión personal, destacan del resto.
Dos proyectos de reinterpretación y rediseño del botijo que han logrado rescatar la esencia del producto y, sobretodo, sacarlo de casa mis abuelos y ponerlo de nuevo en boca de todos.
El botijo La Siesta
Diseñado en 2002 por Alberto Martínez (CuldeSac™), Hector Serrano, y Raky Martínez, centra su intención en “darle una nueva vida al botijo y asegurar su continuidad dentro de nuevos contextos de uso disfrute”.
Neo-Rebotijo
Diseñado por Martín Azua, a medio camino entre una botella y Tetra Brik y con una capacidad de 1,5 L, busca “recuperar para el presente una manera convivial y ecológica de beber agua fresca.”
Cómo has visto a lo largo de este artículo, el botijo tiene un valor social y cultural que va más allá del simple diseño de un producto. Es un icono dentro de la cultura española.
Por eso, quiero acabar con tres pensamientos que siempre me viene a la cabeza cuando veo el botijo de mis abuelos:
- Fuente de agua fresca, testigo de muchas tardes de verano haciendo la siesta y compañero imprescindible de agricultores bañados por el sol en pleno verano.
- Su funcionamiento es la expresión de la sencillez y del máximo aprovechamiento de los materiales que nos da la madre tierra.
- Esencial en tiempos pasados y ejemplo de eficiencia en la actualidad.
A que esperas, ¡pon un botijo en tu vida!
Sobre el autor: Miguel Bartolomé
Me gusta la cerámica… como material, como producto, como parte de la arquitectura y como parte de mi vida… (Nací, crecí y trabajo en el lugar donde se diseña y fabrica la cerámica que llega a gran parte del mundo). Más de 14 años colaborando con arquitectos e interioristas en el diseño y desarrollo de productos cerámicos, 4 años de profesor de Diseño cerámico y Expresión Gráfica en la universidad de Castellón y tratar la información técnica desde el punto de vista de un diseñador industrial, han generado una cantidad de información que a través de este blog puede llegar a un público creativo que sabrá sacarle partido y exprimir el material cerámico en sus proyectos.
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Muy curioso, la verdad es que no sabía la clave del funcionamiento. Hace poco también comentaba con una compañera sobre el uso del botijo y coincidíamos en el excelente recuerdo que teníamos de el. Una pena que esté en deshuso algo que funcionaba tan bien y que formaba parte del día a día de tanta gente.
Me alegra haberte ayudado. La verdad es una lástima que cada vez se use menos pero siempre quedarán muy buenos recuerdos. Yo hace poco me volví a comprar uno y aunque el uso es anecdotico, pasas un muy buen rato cuando viene gente a casa y prueba a beber en el.
Te lo recomiendo.
Saludos