Representación artística del BEAM, la primera estructura inflable en el espacio. Imagen de Bigelow Aerospace
Desde el 28 de mayo de 2016 ya podemos presumir de tener una estructura inflable en el espacio capaz de alojar seres humanos. Se trata del primer ensayo in situ de utilización de este tipo de estructuras en un ambiente donde se prevé jugarán un papel protagonista. No solo en la Estación Espacial Internacional, o futuras estaciones, sino en naves interplanetarias e incluso en la colonización de planetas y satélites (si no has leído El marciano estás tardando).
El BEAM (Bigelow Expandable Activity Module), protagonista de la historia, es el módulo experimental desarrollado por Bigelow Aerospace que se acopló a la ISS el 16 de abril. Tras las oportunas comprobaciones tocaba hincharlo, cosa que se complicó. Primero había que insuflar aire a las cámaras que conforman sus paredes, y cuando éstas alcanzasen la forma final, presurizar el interior. Se intentó el 26 de mayo, y el problema vino cuando tras tres horas esas paredes no se daban desplegado. Hubo que dar marcha atrás, posponer el inflado y cruzar los dedos para la siguiente ocasión. Finalmente el 28 de mayo y tras casi ocho horas, el modulo se desplegó completamente.
Secuencias del inflado del BEAM. Imágenes de la NASA
Su aspecto final la verdad es que deja mucho que desear si lo comparamos con las imagenes que nos vendieron. Pero es que en eso de la firmitas, utilitas y venustas allí arriba sólo importa la segunda, y su función no es quedar bien en las fotos.
BEAM, estructura inflable en el espacio
Dos son las características por las que optar por una estructura inflable en el espacio, su poco peso y el poco volumen que ocupan durante su transporte en relación a los módulos empleados habitualmente. Por contra, existe el peligro de los micrometeoritos, mucho más habituales que en la Tierra protegida por su atmósfera, y la radiación. Para ello se ha construido el BEAM con un material experimental a base de varias capas compuestas de celulas cerradas de espuma de un polímero de vinilo lo suficientemente flexible para absorber el impacto de los micrometeoritos y que se espera obtenga aún mejores resultados a la hora de proteger a la tripulación de la radiación.
El BEAM seccionado. Las botellas de aire son las que se utilizan para la presurización de su interior. Imagen de Bigelow Aerospace
En realidad lo podemos considerar un laboratorio, un experimento. Nadie va a pasar en su interior mas que unas pocas horas, unas dos o tres cada seis meses, para comprobar que funcionan todos los sensores que lleva. Estos sensores medirán el comportamiento del módulo ante todas esas amenazas. Y tras dos años recabando datos el brazo robot de la estación lo lanzará para que se desintegre en su reentrada a la atmósfera.
Imagen de Bigelow Aerospace
La historia no ha hecho más que empezar. Bigelow pretende acoplar un nuevo módulo en el 2020. Más grande y en esta ocasión para ser tripulado. Aunque la NASA no está por la labor de financiarlo. Los rusos por su parte están preparando otro módulo inflable para su sección de la ISS y la futura estación totalmente rusa, aunque también por problemas económicos se está aplazando su desarrollo inicialmente previsto para 2024.
El futuro Bigelow B330. Imagen de Bigelow Aerospace
28 de mayo de 2016: time lapse del inflado del BEAM
6 de junio de 2016: apertura de la escotilla y primer acceso al BEAM
Para saber más:
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