Son muchas las preguntas que me he hecho como docente de historia de la arquitectura:
¿Cuál es la historia de la arquitectura que necesitan los estudiantes de arquitectura?
¿Qué utilidad supone para los estudiantes el esfuerzo de estudiar historia?
¿Cuál y cuanta historia necesitan realmente?
¿A cuál periodo debe dársele mayor importancia o cual puede ignorarse sin ninguna consecuencia práctica?
¿Cuánto de verdad hay en la afirmación de que los arquitectos deben saber de la historia de nuestra profesión?
Los historiadores de la arquitectura estan obligados a modular su trabajo según sea el público al cual se dirigen. No es lo mismo dictar clases a colegas que se estan doctorando en historia y que van a trabajar como tales historiadores que dar clases a estudiantes de pregrado cuya expectativa es trabajar como proyectistas y que probablemente solo marginalmente, en su ejercicio profesional, volverán a consultar un texto de historia. Esta afirmación la hago sin olvidar que hay una especialidad para la que la historia es esencial. Nos referimos al restaurador quien debe conocer muy bien la historia tanto del objeto intervenido como de sus materiales y técnicas constructivas.
Los estudiantes de pregrado suelen limitarse en el tiempo que dedican a las materias que consideran como secundarias, de relleno o periféricas y tenderán a concentrarse en las materias medulares, en particular los talleres de diseño. Cada tanto ocurre que un estudiante logra completar todos los créditos que corresponden a lo esencial de la carrera y ha ido dejando para más tarde las materias que le parecen accesorias, entre ellas las historias lo cual demuestra que, en la práctica, no ha necesitado de la historia para llegar hasta el último nivel de composición y puede intuir que tampoco la necesitará en su futuro desempeño profesional. Esta afirmación no excluye que el estudiante y el graduado de vez en cuando recurran a alguna revista o a la internet para inspirarse en algún diseño…siempre que sea contemporáneo, vale decir, con una historia muy reciente.
En realidad, ningún estilo del pasado ha muerto o desaparecido del todo. Aun se siguen diseñando iglesias en estilo barroco y bancos y bibliotecas con fachadas neoclásicas. Pero no son obras significativas y sus autores y comitentes así lo saben y aceptan. Si ya hemos asistido al entierro del historicismo y del eclecticismo ¿Sobre qué bases se insiste en la conveniencias de conocer el largo camino que lleva desde la arquitectura egipcia hasta la contemporánea?.
La historia no nos dice que o cómo será la arquitectura del mañana
Tengamos en cuenta que la utilidad de la historia depende de para que la queremos. La historia no nos dice que o cómo será la arquitectura del mañana, a menos que queramos ver este mañana como algo a muy corto plazo y del cual ya tenemos suficientes señas que nos permitan suponer que y como será. Es un ejercicio muy interesante estudiar las predicciones que se hicieron en materia de arquitectura y urbanismo hace 50 o 100 años atrás y ver cuánto se ha cumplido. Lo cierto es que es difícil hacer especulaciones con alguna validez a largo plazo.
Suele afirmarse que la historia de la arquitectura da ejemplos y referencias de como los arquitectos del pasado resolvieron problemas similares a los que podamos enfrentar hoy. El problema está en que las situaciones del ayer probablemente poco o nada tienen que ver con las de hoy y la utilidad de un ejemplo del pasado disminuye a medida que no alejamos en el tiempo. Brunelleschi tuvo la audacia de construir la cúpula de Santa María de las Flores sin dar mayor explicación de cómo lo logró. Pero hoy ya no actuamos como Brunelleschi: sometemos nuestros proyectos al juicio de los ingenieros y de los funcionarios públicos que los aprueban. Tampoco recurrimos a la geometría descriptiva para representar nuestras ideas, sino a los paquetes graficadores. Y todo esto es una conquista definitiva, aunque relativamente reciente en la historia de la arquitectura.
La historia reciente, acompañada de la suficiente capacidad crítica, constituye una de las fundamentaciones de la acción proyectual pues ningún proyectista inventa su obra a partir de cero y obligadamente se apoya en la experiencia de muchos que le precedieron o de los que le son contemporáneos pero somete esa experiencia a un análisis crítico. El proyecto va evolucionando a medida que la creatividad y crítica, propia y de otros, lo va modificando hasta que finalmente se llega a una propuesta que es diferente a lo que inicialmente fue el punto inicial, pero que sigue siendo contemporánea.
La historia de la arquitectura es nuestro banco de referencias
La historia de la arquitectura, en tanto que en su forma virtual o real, concretada en el entorno que nos rodea, es nuestro banco de referencias y es obvio que tendemos a repetir lo que vemos, lo que ya conocemos. Por eso podemos decir que, en muchos casos, la forma sigue a la costumbre, es decir, a la historia. Es la academia y el desarrollo de la capacidad crítica lo que ayuda a superar la tendencia a repetir lo que vemos en nuestro entorno.
El conocimiento de la historia es una herramienta fundamental para entender otras arquitecturas, otros urbanismos, otros conocimientos, otras maneras de actuar y abrirnos a nuevos modos de hacer arquitectura. En otras palabras, el estudio y el conocimiento de la historia crean el hábito de la crítica, una actitud que nos permite superar el peso de la historia congelada en el entorno presente al diseñar y saber que otras alternativas son posibles.
Pero volvamos a las preguntas que nos planteamos al comienzo de este ensayo: ¿cuál es, entonces, la historia que puede sernos de alguna utilidad, habida cuenta de la existencia de muchas similitudes entre el pasado reciente, el presente y lo que haremos también en el futuro próximo?. Así, la historia que necesitamos es la que está próxima a nuestro presente, y, estirando la línea del tiempo, la que se desarrolló a partir de la revolución industrial. Es con el desarrollo de la revolución industrial que aparecen problemas similares a los que tenemos que resolver día a día. Guardando las diferencias, los problemas, en esencia son los mismos con el aliciente de que no solo se han acumulado experiencias pertinentes, sino también críticas que nos ayudan a evitar los problemas del pasado. Y aquí doy dos ejemplos muy claros: Pruitt-Igoe nos enseñó de la importancia de considerar las variables sociológicas a la hora de diseñar conjuntos residenciales de alta densidad mientras que el desparramo urbano nos advierte del daño que hacen a la ciudad y al ambiente los conjuntos periféricos de muy baja densidad.
No creo que perdemos mucho si los estudios de la historia de la arquitectura los comenzamos a partir de la revolución industrial
Así, no creo que perdemos mucho si los estudios de la historia de la arquitectura los comenzamos a partir de la revolución industrial. En el programa de arquitectura de la Universidad Central de Venezuela las Historias I, II y III abarcan ese tiempo del que sostengo que podemos prescindir. En el mejor de los casos, esas materias pueden convertirse en optativas. Así el tiempo liberado puede ser utilizado para adentrarnos rápidamente en el mundo actual: el de la arquitectura social, la arquitectura sustentable, las nuevas tecnología constructivas, la computación avanzada, las relaciones entre arquitectura y política, entre arquitectura y sociología, etc. para poder explorarlo con mas profundidad.
Contra esta propuesta puede argumentarse que si bien el conocimiento de la historia de la arquitectura anterior la revolución industrial no es de mayor utilidad, no la podemos ignorar porque forma parte de la cultura que todo arquitecto debe tener y que le da sentido de pertenencia a una comunidad que a lo largo de la historia tiene muchos motivos para sentirse orgullosa de lo que ha hecho. Admitamos que ese argumento puede tener algún peso, pero formará parte de los conocimientos que Jean Françoise Revel lapidariamente identificó como “conocimiento inútil” y, además, es solo una parte de la historia pues también hay otra parte que ha sido convenientemente olvidada y de la que nos acordamos muy poco: Es una historia nada ejemplar: la de los fracasos, de los edificios que se han desplomado por incompetencia de sus proyectistas, de los obreros convertidos en mano de obra esclava, de obras que han arruinado a países y que nunca fueron otra cosa que elefantes blancos, de las obras mal construidas para poder robar, de los millones de viviendas que nunca se construyeron pues los fondos fueron destinados a obras inútiles que solo satisfacían el ego de los dictadores. El etcétera de esta parte de la historia es muy largo.
El párrafo anterior obliga a recordar el tema de la ética de la profesión, un tema que aparece con mucha fuerza en la arquitectura a partir de la revolución industrial y que se vuelve muy evidente a partir de las actuaciones de los arquitectos que, en particular en Europa occidental, se preocuparon por las condiciones sociales y de vivienda de la clase obrera en tiempos de entreguerras.
Insistir en una historia que no necesitamos habrá contribuido a que los estudiantes no se dediquen a lo verdaderamente importante
El problema del marco de vida sigue sin resolverse en muchas partes del mundo y las experiencias de esos años pueden sernos de gran utilidad siempre que las examinemos en detalle. Mirar este tema de la arquitectura social es contraponerse a la tendencia de una arquitectura que se presenta como “sublime”, pero indiferente a las necesidades colectivas y, por tanto, completamente idiota.
Y lo más grave: el insistir en una historia que no necesitamos habrá contribuido a que los estudiantes no se dediquen a lo verdaderamente importante, a lo que nos introduce en el tiempo presente y nos proyecta hacia el futuro.
En consecuencia, afirmamos que debemos actuar como divulgadores de la historia de la arquitectura teniendo en cuenta que nuestros estudiantes tienen el interés primario de convertirse en arquitectos, no en historiadores de la arquitectura y que, además, mediante la crítica del tiempo reciente, puedan entrar en contacto con las urgencias éticas, sociales, de la arquitectura y esto implica dedicarse a estudiar solo la arquitectura del tiempo presente, liberando tiempo para lo que es, al mismo tiempo, urgente e importante.
Claudio Beuvrin
Completamente de acuerdo, esa misma pregunta ha resonado en mi cabeza infinidad de ocasiones, incluso sobre la historia en general, desde la educación básica y lo peor es que la historia de las naciones está manipulada a conveniencia de algunos grupos de poder.
El feísmo arquitectónico que promulgan ustedes, rompedor con la tradición, que aúna belleza, armonía y practicidad, resultado del éxito de soluciones probadas en el tiempo para cada zona geográfica, clima y necesidades, terminará siendo rechazado muy pronto…