El aquí y el ahora simulados
La existencia precisa de un aquí y de un ahora. Estos dos conceptos, básicos en la identidad tanto individual como colectiva, acostumbradamente dados por hecho, se han convertido, para muchos, en un privilegio inaccesible. Según los datos de UNHCR ACNUR, a día de hoy, una de cada ciento trece personas es solicitante de asilo, refugiado o desplazado interno. Más de sesenta millones de cohabitantes del planeta —y los que se les unen y unirán, día tras día— se han visto obligados a desprenderse a la fuerza de sus identidades de lugar y tiempo, cargar con lo que podían y trasplantar su vida en lugares inhóspitos, en un crudo simulacro de lo que es una vida.
Refugee Republic
Una de las iniciativas más interesantes, profundas y avivadoras de la reflexión en torno a este tema es la llamada Refugee Republic, cuyo inicio se sitúa por el año 2012. Este ejemplar uso de la transmedia, que reúne a un artista, un periodista multimedia, un fotógrafo y un desarrollador web, tiene como objetivo «enriquecer la imagen existente de los campos de refugiados a través de un trazado anatómico de la vida en el campo(…)». Su ámbito de actuación es el campo de Domiz, al norte de Iraq, donde cientos de ciudadanos sirios comparten una nueva tierra, unas viejas historias y un presente incierto.
Ilustración 1: Plano general del campo de Domiz, por Refugee Republic, 2012
Al pasear por las cuatro rutas trazadas en este documental interactivo uno no puede evitar preguntarse dónde empieza la vida, en qué momento llega el chispazo que pone en marcha, de nuevo, la existencia, a la manera en que se puentea un coche viejo para que su motor vuelva a rugir, y sus ruedas a correr.
¿En qué momento una choza pasa a ser una casa?
¿Cuándo un grupo de estructuras auxiliares evoluciona en ciudad?
A la llegada al campo, cada nuevo habitante recibe un paquete básico, que tal y como se recoge en la mencionada obra, contiene: un paquete de cocina básico, con sartenes, cacerolas, cubertería y algún instrumento esencial, con capacidad de hasta cinco personas; un calentador de queroseno; unos contenedores para almacenar combustible y agua, de diferentes tamaños; un ventilador; una tienda de campaña familiar, como la que ilustra el principio de este texto; una hoja de plástico, una manta de lana y una manta térmica. Con estos objetos y un pedazo de tierra asignado, se debe volver a empezar.
Cuando se publicó Refugee Republic, la ciudad de Domiz —con ese término la definen, libres de prejuicios— era apenas una recién nacida, tenía dos años de vida. Con el paso del tiempo, eso sí, este sentamiento ha ido madurando, sus estructuras han ido evolucionando, su infraestructura haciéndose cada vez más compleja. Como testigo de ese desarrollo se puede tomar el registro de las diferentes etapas de mejora que las estructuras habitables han ido experimentando paulatinamente. From tent to house, recorre en ocho pasos el proceso que han seguido las tiendas de campaña básicas, de duración estimada para seis meses, hasta convertirse a título propio en una casa. Por el camino, a la altura del paso cuatro, los autores se preguntan si el punto en el que la estructura adquiere una puerta de verdad es en el que trasciende su condición de choza. Quizá sea este el elemento diferenciador, quizá lo sea la implementación de un marco de acero estructural, o la delimitación de un perímetro vallado, o la adición de porche, ventanas y materiales pesados a aquella puerta inicial.
Ilustraciones 2, 3 y 4: Pasos 1, 4 y 8 del nacimiento de una casa en el campo de Domiz.
O tal vez la clave esté al otro lado de las telas y muros, en el interior, donde los desplazados desenvuelven el equipaje y los recuerdos e injertan un pedazo de su vida en la estructura. Con siete años a las espaldas, el día a día ya puede encontrarse estratificado en el interior de las chozas, previstas para seis meses, donde los viejos mementos se esconden entre los objetos de la nueva existencia, mezclados las viejas memorias con las nuevas. Más que con un techo sobre los hombros, la casa parece nacer con un suelo bajo los pies, sobre la tierra batida cubierta de cemento, alfombras y cojines, donde descansan los muebles reciclados o improvisados que alojan, cada día, más objetos.
¿Es el momento en que la choza empieza a contar historias cuando se convierte en casa?
Quizá sí, y por extensión, sea el choque de esas historias, su entrelazamiento, su cruce, su interacción el que haga que el campo de Domiz se desprenda, a estas alturas, de su calificación y sea ya, a título propio, por suerte o por desgracia, una ciudad. Su trazado, incluido ya en el mapeado de Google, aloja a día de hoy todo tipo de servicios (colegios, consultorios, peluquerías, ayuntamiento, etc), comercios (heladerías, panaderías, vestidos de novia, etc), infraestructuras (mezquitas, campos de fútbol, torres de agua, etc.), entre los que hierve la actividad cotidiana. Existe, incluso, una red de Tuk Tuk que cubre las ya largas distancias que tienen que recorrer los habitantes de Domiz, un servicio de envío de dinero que maneja divisas por todo el mundo y un cuerpo interno de bomberos, todo ello, y más, recogido en el plano dibujado por los autores del documental.
Ilustraciones 5, 6 y 7: Fragmentos del plano de Domiz, Refugee Republic.
Domiz es un lugar que, fuera de toda duda, exuda vida. Lo que en su inicio se planteó como una solución temporal y pasajera seguramente sea ya, en la actualidad, un fenómeno permanente. En poco más de un lustro, el pequeño campo ha crecido para convertirse en toda una joven ciudad que ya parece albergar tantos eventos e historias que su desmantelamiento, teniendo en cuenta además la evolución de la situación geopolítica, se antoja tan lejano como inverosímil. Así como las telas se transformaron en planchas de acero y muros de tierra, la vida de cientos de desplazados sirios se asienta con peso sobre el polvo del país vecino, y es que esta se abre camino a fuerza de voluntad, irresistible e irremediablemente, allí donde la simple existencia no da más de sí y se aparta a un lado para que la normalidad vuelva a mandar.
Junto a los dibujos e imágenes, los creadores del proyecto trazan también un mapa de sonidos que describen con contundencia cómo es el ambiente de Domiz. Los Tuk Tuk rugen, los niños ríen y gritan, los pájaros —muy queridos por los sirios— pían y aletean, la noche se viste de música y baile, las casas escupen gritos de gol en los días de fútbol europeo, los enamorados del serial de moda se confiesan sus sentimientos entre los establecimientos de helado y comida y las mezquitas llaman al rezo cinco veces al día. Todo un ejemplo de cómo, a pesar de todo, se puede volver a empezar.
- Más información en web de Refugee Republic
Sobre el autor: Hugo M Gris
Arquitecto por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Máster por la ETSAB, me interesan todo aquello que me ayude a entender cómo funcionan las cosas. Me encantan las historias y las consumo en cualquier medio que me salte al paso: cine, cómics, videojuegos, etc, con el sueño de poder ser yo quien las cuente algún día.
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