Plano de Zaragoza en Google maps
Durante la carrera nos contaron que cuando los romanos fundaban una ciudad, comenzaban trazando dos ejes principales: el Cardo y el Decumano. El primero era una vía con dirección norte-sur y la segunda, orientada de este a oeste. A partir de ahí, una retícula marcaba la trama urbana. Y esta huella todavía la encontramos presente en muchas ciudades de fundación romana, como es el caso de Zaragoza. Las actuales calles Mayor, Espoz y Mina y Manifestación fueron el Decumano y la actual Don Jaime fue el Cardo. En este ejemplo la orientación no es pura, sino que está girada un cierto ángulo para adaptarse a la geografía natural del río Ebro.
Plano de el Carmen (Valencia) en Google maps
También aprendimos que las zonas de las ciudades que fueron construidas por los musulmanes durante la Conquista poseían formas irregulares. Sus calles, por lo general estrechas, tenían formas parcialmente curvas. La trama era sinuosa y a menudo podíamos encontrar calles laberínticas y ciertamente tortuosas. Y por eso mismo tenían esa trama. Porque los musulmanes, cultura celosa de su intimidad, querían convertir las viviendas en lugares disimulados. A mí me gusta el ejemplo de el Carmen en Valencia porque es una ciudad en la que viví muchos años y a la que guardo mucho cariño. Una de las áreas más pintorescas es el barrio del Carmen y todavía conserva la trama urbana que dejaron los árabes durante la Conquista.
El urbanismo de Doha
Desde que llegué a Oriente Medio, hace ahora cuatro años, he vivido en mi día a día la experiencia de este tipo de urbanismo. Doha, en concreto, es una ciudad que se organiza en anillos concéntricos y vías radiales, aunque guardan una geometría bastante irregular. Esta morfología hace que orientarse aquí resulte mucho más complicado que hacerlo en una ciudad europea. La zona más céntrica está bordeada por el A Ring. Y el resto de anillos se disponen concéntricos a él, definiendo la trama de toda la ciudad. Aquí nada es paralelo y nada es perpendicular a nada.
Plano de Doha en Google maps
Por otra parte, las calles no tienen nombre, tan solo las principales. Y en lugar de números, cada edificio suele llamarse de alguna manera o se le asigna el del comercio o empresa principal que alberga. Orientarse es muy complicado para un occidental y las manzanas suelen estar recortadas por calles laberínticas que a menudo acaban por no tener salida.
Hasta la llegada de las localizaciones por whatsapp -y todavía hoy en uso-, la manera de explicar una dirección era tomando un hito, una referencia que las más de las veces era una rotonda, un hotel o un centro comercial. A partir de ahí, se enunciaban las instrucciones. Sigue recto hasta el segundo semáforo. Luego gira a la derecha. En la siguiente rotonda, cambia de sentido. Cuando llegues al árbol vuelves a girar, luego subes y tres manzanas más allá, vuelves a bajar. Y sí…la gente llegaba a sus destinos. No sé cuántas veces había que llamar para que nos lo volvieran a explicar o cómo nos entendíamos sin ni siquiera hablar nuestros idiomas maternos. Tampoco digo que fuéramos puntuales en nuestras citas. Pero se llegaba. Bien es cierto que las aplicaciones de nuestros teléfonos nos han facilitado mucho la vida.
Desde luego que este sistema protege la intimidad de las viviendas y de sus habitantes. Dificulta, eso sí, la orientación. Se suma a ello el hecho de que la vía pública sea posesión de los coches. No es una ciudad para caminar, pero esto lo abordaremos en una futura reflexión.
El concepto original, a pesar de dificultar la orientación, tenía una razón de ser. Y, en mi opinión como habitante de esta ciudad, queda una herencia negativa y otra positiva de ello. Por una parte nos complica la manera de movernos. Especialmente, en las zonas residenciales y en las más periféricas. Ahora bien, los centros y los zocos conservan ese encanto original. Las medinas o los núcleos principales suelen poseer un alma y esta alma se asienta en su trazo irregular, en sus entrantes y salientes, en cada quiebro que nos obliga a cambiar nuestro rumbo. Sí, sería más práctica una retícula cartesiana, pero sería también más aburrida y carecería de espíritu.
Plano de Doha
Sobre la autora:
Geles Rivera es arquitecta y escritora. Reside en Oriente Medio desde hace cuatro años. Es una enamorada de la arquitectura islámica y de la cultura árabe. Trabaja en Doha como interiorista y escribe semanalmente una columna en El Correo del Golfo. En su blog Arquitectura y Emoción comparte sus inquietudes sobre la arquitectura y también sobre la vida.
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