Hubiese molado poder añadir al curriculum de Picasso el robo de la Mona Lisa. Pero aunque el artista fue todo un personaje no llegó a ladrón de guante blanco. Lástima que un grupo de conspiranoicos no se hayan inventado un pasaje más elaborado. Nos hubiésemos echado unas risas a su costa.
Según donde leas la historia aparecen las contradicciones: Messy Nessy, Mental Floss, Art Sy, Huffington Post, Open culture. Yo me quedo más o menos con la siguiente versión.
22 de agosto de 1911, ¿dónde está la Mona Lisa?
Ese martes, el artista parisino Louis Béroud se dirigió al Louvre para realizar una copia de la Mona Lisa. Pero para su disgusto el cuadro no estaba en su sitio. No saltó la alarma inmediatamente. Las medidas de seguridad eran otras en aquella época. Probablemente se hubiese descolgado para fotografiarlo o para limpiarlo. Desgraciadamente se confirmó horas después que el cuadro había sido efectivamente robado.
El museo cerró durante una semana. También se cerraron las fronteras para poder registrar a conciencia todo vehículo, tren o barco que saliera del país. Y hubo un periódico, el Paris-Journal, que ofreció una recompensa por información sobre su paradero.
A la semana siguiente, el 29 de agosto el ladrón de arte Joseph Géry Pieret ofreció jugosas declaraciones al periódico.
“La bande de Picasso”
Pieret confesó que había robado varias estatuillas del Louvre para un amigo suyo que era pintor. Aunque el Paris-Journal preservó su anonimato las publicaciones pusieron a la policía tras la pista de Guillaume Apollinare. Pieret, que había sido su secretario, utilizó en una de sus confesiones un seudónimo empleado ocasionalmente por el poeta.
Resulta que Apollinare era un devoto miembro de “La bande de Picasso”, un grupo de activistas agitadores acólitos del español también conocidos como los “Wild Men of Paris”. Siguiendo esta línea de investigación la policía supuso que el pintor a quien había vendido Pieret las estatuillas había sido Picasso.
Y pese a que Picasso nada tuvo que ver con el robo de la Mona Lisa, estaban en lo cierto. Tanto es así, que al leer los periódicos entró en pánico y junto a Apollinare a punto estuvieron de lanzarlas al Sena dentro de una maleta. Arrepentidos en el último momento, Apollinare se las entregó al Paris-Journal con la promesa de mantener su anonimato.
Pese a todo ambos fueron acusados y llevados ante el juez. Apollinare confesó todo, al contrario que Picasso que llegó a decir que nunca había visto al poeta. Quedó claro que sí habían comprado las estatuillas, pero también que eran incocentes del robo de la Mona Lissa. Por suerte para ambos, el caso fue finalmente desestimado.
¿Quien robó la Mona Lisa?
Dos años después apareció el verdadero ladrón. Vincenzo Peruggia, artista italiano y antiguo empleado del Louvre, sustrajo el cuadro con la intención – según él – de devolverlo a su país de origen. Su estrategia fue esconderse en un cuarto de limpieza y hacerse con la pintura por la noche. A la mañana siguiente se marchó sin problema con el lienzo bajo la chaqueta. Así de sencillo.
Lo pillaron ya en Florencia cuando trató de venderlo a la Galería Uffizi. El robo le costó pasar 7 meses en la cárcel. No me parece demasiado tiempo dado el valor de la obra. Quizás en Italia creyeron su supesto patriotrismo.
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