“-estatua, grito, eco, pared, espejo y, de nuevo estatua-“ de la poesía de Xavier Villarutia(Eugene l.Moretta) f.C.E, pág .60
Casa estatua
Posiblemente en lo último que se piensa al comenzar un proyecto en materia de espacio y de ciudad es: en lo que huele.
Aterrizar en la casa, esa proyección que trata de imitar a la naturaleza como Platón proponía ó la mímesis de Aristóteles. De allí los postulados posteriores de Ruskiny de Alberti que cobraron importancia en la teórica que envuelve a la arquitectura donde se imita un arquetipo con determinantes imaginarias, ese envoltorio que hace tangible la idea, aquel cuerpo rígido dominante gravitacional y estático que postra en la tierra con raíces de distintas índoles. Al igual que paralizada y simulativa es la estatua.
Si se sigue la misma línea de casa-estatua se desprende hombre-estatua. La estatua sensible de Condillac nos refiere a una figura de mármol con el cuerpo de hombre, dentro de Ella comenzaba con el sentido del olfato, un olor a jazmín como universo interior de la estatua, dicho olor será único, será su conciencia.
Cuando cese el estimulo del Jazmín vendrá la memoria como una conexión de un continuo, una dudosa interpretación de qué pesa más; el sentido ó la memoria. Esta confusión será la reflexión, la imaginación. Después vendrán los demás sentidos; la audición, la gustación, la visión y por fin en tacto. Perspectiva que contradecirá la fenomenología, postulados principales de Heidegger. Ya que el “oler” se aleja de lo que “se ve y se toca” (forma).
Es pues el olor en la arquitectura de grandes facetas de recuerdos, como gajos que se enciman uno tras otro. Un infinito de conciencia, un eterno. La operadora del verdadero sentido. Ella (la conciencia) existe dentro de un cuerpo (la estatua) y este cuerpo se encuentra dentro de un espacio y dicho espacio en otro espacio. Una sucesión inagotable.
La intimidad de la conciencia es el verdadero interiorismo de la arquitectura, la ruptura del exterior como Hegel lo llego a deducir, “la decoración y la distribución son gestos de la intimidad”.
La creación de una conciencia íntima es lo que la arquitectura quiere alcanzar al igual que la estatua impregnada de olor según a Condillac.
Sobre el autor: Mario Desaulo Pérez
Arquitecto imaginista amante de la sollertia, sofista-inventor, creador, promotor de ideas, hacedor de realidades. Colaborador en reseñas arquitectónicas y descriptivas para artículos digitales en distintas plataformas. Fundador de conjeturas arquitecturas un medio de relación poética entre arquitectura, ciudad y creatividad. Atento a abstraer aventuras provenientes de la imaginación, de una suposición o de un asombro a manera de señal, en el mejor de los casos un síntoma erguido que la mirada ha acechado y la sensibilidad ha captado.
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