El arquitecto, fallecido a los 96 años, dejó su huella en la remodelación del Anillo Olímpico, en algunos de los restaurantes más glamurosos de los años 60 y 70 y en sus viviendas de costa que aunaban modernidad y tradición mediterránea.
Muere el arquitecto Federico Correa
Fue coautor de la remodelación del Estadio Olímpico para los Juegos de 1992 y una figura clave del Movimiento Moderno en Cataluña. El Colegio de Arquitectos de Cataluña lo ha definido como:
“uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX”
“un gran maestro de diversas generaciones de arquitectos”
Hay arquitectos cuya obra está íntimamente ligada al devenir de un lugar y a la imagen que este proyecta. La Barcelona cosmopolita y progresista, que a partir de los años sesenta comenzó a conquistar espacios de libertad en medio del asfixiante clima cultural del franquismo y que eclosionó definitivamente frente al mundo con los Juegos Olímpicos de 1992, no puede entenderse sin la fundamental aportación de Federico Correa, fallecido el 19 de octubre en su domicilio barcelonés a los 96 años de edad.
Con Milà empezó su trayectoria profesional en Cadaqués, con la Casa Villavecchia (1955). Como tándem en los años 60 y 70 emprendieron obras de interiorismo que se convertirían en referentes de la ‘gauche divine‘ barcelonesa, como los restaurantes Reno, Il Giardinetto y Flash Flash, los dos últimos iniciativas del fotógrafo Leopoldo Pomés, fallecido hace poco más de un año. Pero también dejaron huella sus tiendas para la empresa Olivetti.
Correa ha sido un dibujante excepcional, capaz de dibujar directamente sus proyectos en perspectiva, con los detalles de acabados, o de firmar delicados retratos con lápices de colores. Y ha sido, además, uno de los profesores míticos para dos o tres generaciones de alumnos de la ETSAB.
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