La Casa 905 del estudio de arquitectura catalán Harquitectes, se sitúa en Igualada (Barcelona). Los propietarios (una pareja con dos hijos), querían una casa sin mantenimiento, con mucha privacidad y una buena relación con el jardín, (más bien un patio), durante todo el año, un estudio bien puesto, y otros pocos requerimientos habituales, con ganas ganas de vivir en una casa moderna.
Casa 905 de Harquitectes
La parcela es plana, ligeramente por debajo de la rasante de la calle, sin árboles. El primer paso fue construir una valla opaca lo más alta posible, de unos dos metros de altura, y situar la casa descentrada hacia el este, colmatando los 120m2 de ocupación máxima y rellenando todos los límites edificables excepto a oeste, por donde entra sol durante todo el año. Allí es donde el jardín perimetral se hace más ancho.
La casa se estructura en cuatro capas concéntricas a los límites del solar, como una cebolla. De exterior a interior, la valla de obra, el patio perimetral y una galería corrida que rodea el cuerpo central, una caja de obra vista de bloque de hormigón de dos plantas.
En la galería pasa casi todo. Es una veranda, con ciertas resonancias a la casa de Orinda de Charles Moore, que propone relaciones intensas y variables (estacionalmente) con el patio; en verano, mediante los grandes paramentos correderos se convierte en un porche; en invierno, grandes ventanales en las esquinas ofrecen vistas enmarcadas al jardín y captan radiación solar a poniente. Contrariamente a lo habitual, en esta casa los cristales son fijos y los portones móviles son opacos, una condición que transforma la fachada y la galería constantemente, en función de qué está abierto y qué cerrado.
Como en la capilla de Santa María dos Anjos de Lina Bo Bardi, la veranda, de cubierta inclinada, se construye con sistemas ligeros y en seco: estructura de madera (pilares, vigas y techo) y cerramientos de vidrio, aluminio, madera y chapa galvanizada ondulada. En contraposición con la ligereza de la galería el núcleo central es masivo y compacto, con más inercia térmica. Los muros de bloque y los forjados se dejan vistos en la galería y se pintan de blanco en las habitaciones.
En invierno, la veranda abriga y calienta todo el cuerpo central (baños y habitación), que no tiene sistema de climatización propio (en planta baja); el pavimento de hormigón, con mucha inercia, aparte de recibir puntualmente la radiación solar directa, se calienta vía suelo radiante, al igual que las habitaciones del primer piso; la generación es por bomba de calor aerotérmica.
En verano, cuando las correderas están cerradas, las ventanas se protegen del sol con el vuelo de la cubierta y con unas cortinas reflectantes exteriores. A su vez, la inclinación del techo favorece, por estratificación, un sistema de ventilación pasivo que evacúa el aire caliente mediante cuatro conductos ocultos en las fachadas qué funcionan cómo pequeñas chimeneas solares, favoreciendo la renovación natural y facilitando el refrescamiento de la veranda.
Fotografías: © Adrià Goula
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