Hace unos meses estuve de intercambio en la IUAV (Universidad de Venecia, Italia), donde tuve la oportunidad junto con 3 compañeras, de tomar una clase magistral con el arquitecto Renato Rizzi, uno de los arquitectos más reconocidos en Italia.
Mediante el Consulado Italiano en Querétaro, el arquitecto tuvo un acercamiento a nuestra ciudad, manifestando un gran interés en realizar un proyecto para la ciudad de Querétaro (México) y trabajando de la mano con las universidades locales, abordando la problemática de la periferia y de la forma; resultado del crecimiento desmedido de la ciudad. En esos meses que estuvimos allá, trabajamos mucho la parte de análisis, ya que es la cimentación de todo proyecto, estudiando toda la información recopilada y haciendo analogías para que tuviéramos muy en claro el objetivo, además del resultado, es la parte del proceso para llegar a éste. Gracias a su clase, pude comprender la arquitectura desde el punto de vista de la filosofía, un lado que a veces olvidamos, pero que resulta sumamente importante cuestionar nuestro papel en la sociedad y en el tiempo.
A continuación, presento una síntesis de mi reflexión acerca de ello, partiendo de uno de sus libros “Eppure” (Y sin embargo).
Figura 1. Arquitecto Renato Rizzi, equipo de trabajo y alumnas de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Una de las cosas que puede caracterizar nuestra época es (como ya mencionaba Emanuele Severino, filósofo 1929) la des-temporalización, por las “facilidades” que se han ido desarrollando del hombre para el hombre. Sin embargo, esta situación ha dejado de lado la pérdida de sincronía en el tiempo; sacrificamos las cosas momentáneas por algo que sea omnipresente, por algo que se cree que pueda permanecer a través del tiempo, es ahí donde se tiene que comprender que:
“La característica fundamental de nuestro tiempo es el choque entre el gran PASADO y el gran PRESENTE”
Entonces nuestro problema es esa transición, ya que no existe un hilo como tal, pareciera algo complejo dar un punto de vista desde la filosofía, pero comprendí que es necesario, para comprender en dónde estamos y hacia dónde vamos como arquitectos, y también como sociedad…
Figura 2. Vista desde Ponte Rialto, Venecia.Italia.
Pero, para hacer dicho análisis, tenemos que empezar por lo básico para comprender todo este panorama. El hombre desde un principio, busca la verdad, que podría definirse como la relación entre todas y cada una de las cosas; su contraparte, la técnica, definida como el aislamiento de todas las cosas. Todo el análisis está basado en dualidades, con sus relaciones, sus diferencias. Así como también los debates que han generado, como el diferenciar lo estético y la estética, la primera es indomable y la segunda depende directamente del hombre. Sin embargo,
“la técnica insiste en darnos a entender que lo imposible es posible y que lo indomable es dominable” (Eppure)
Entendiendo un poco esta parte y aterrizando este pensamiento en algo más tangible para nosotros, las preguntas son:
¿qué dice nuestra disciplina?, ¿qué dice la arquitectura?
La arquitectura ha estado inmersa en el problema de la forma, que a la vez tiene que ver con la cultura y símbolos de la misma. Se parte de dos palabras el ARCHÉ entendido como lo indomable (origen) y TECNÉ, lo dominable (técnica) entonces nos podemos dar cuenta de que esta disciplina está más involucrada de lo que creemos. Al leer las teorías de los distintos personajes citados en el libro “Eppure” del arquitecto Renato Rizzi, podemos darnos cuenta de que nosotros, como constructores de una cierta imagen, de una persona, de una sociedad, de una ciudad , tenemos la responsabilidad de que esta imagen pueda comunicar, que pueda (como se refiere Carlo Enzo) crear, proyectar los ideales morales, elaborar y edificar.
“Ningún conjunto de imágenes deja de ir acompañado de una avalancha de emociones y sentimientos”
Antonio Damasio
Figura 3. Basílica de San Marcos, Venecia.
Para ejemplificar la frase de Antonio Damasio, bastará con mencionar que una de las impresiones más grandes y gratas que tuve en este viaje; fue ver con mis propios ojos la basílica de San Marcos; observaba a las personas y todos quedaban maravillados con tal obra de arte. Cualquier imagen, generará una emoción, sea buena, o mala. Pero al final, tiene una influencia en nosotros.
“Cada lugar, cada tiempo, cada espacio tiene una imagen y cuenta una historia”
Al final del día, recordemos que nuestras obras, nuestros proyectos, hablarán por nosotros y también influirá en las generaciones futuras, somos el resultado del pasado y también la base de un futuro.
Es importante que en nuestra labor, nos preguntemos en cada momento: ¿qué entregan nuestros proyectos?, ¿qué aportan?, ¿qué dejamos como herencia?
La arquitectura de hoy, principalmente resuelve problemas del presente, cuando debería de ir más allá; no olvidando el pasado, analizando el presente y proyectando el futuro. Que al momento de realizar tal proyecto, tengamos eso que llamamos, responsabilidad individual, distinguiendo siempre entre lo que depende de nosotros y lo que no. Cambiar esa idea de modernidad de que todo lo que conocemos está aislado, y empezar a pensar en un todo.
Esta experiencia definitivamente cambió mi visión, como persona y como futura arquitecta, creo firmemente que hay que salir por un momento de lo que ya conocemos y descubrir nuevas perspectivas, solo así te darás cuenta de las cosas que posiblemente sabías pero que habías ignorado todo este tiempo o simplemente no conocías, lo más importante de todo es aprenderlo, aplicarlo y compartirlo con los demás.
Figura 4. Estudiantes mexicanas de arquitectura de la Universidad Autónoma de Querétaro
Sobre la Autora: Alejandra García Esquivel
Estudiante mexicana de décimo semestre de la Licenciatura en Arquitectura de la Universidad Autónoma de Querétaro.
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