¡Cuidado! Algunas sillas elevadoras de segunda mano esconden un Gremlin dentro.
A muchos puede que no les encaje dentro de la categoría de género navideño la película de los Gremlins (1984), pero pertenece a la categoría dado que la trama se desarrolla en pleno boato navideño y es imposible mirar un árbol de Navidad sin imaginarnos a uno de estos seres agazapados entre sus ramas dispuesto a asaltarnos en cualquier momento y desearnos “Feliz Navidad” al particular modo gremlin. Así que toca abrocharnos el cinturón de nuestra silla elevadora porque los gremlins acechan en la programación televisiva. ¿Y por qué hablamos de salvaescaleras? Pues porque estos diablillos, que son unos auténticos fabricantes de situaciones hilarantes, son los responsables de la gamberrada perpetrada a una anciana peleada con la Navidad, cuyos mandos de su silla elevadora acaban en poder de los graciosillos gremlins. Y ya se sabe que sus mentes sólo urden maldades, pues tienen un sentido del humor bastante reprochable. Además, sabemos que muchas sillas elevadoras actuales ocultan una suerte de gremlin en su mecanismo y a los curiosos por saber de qué va este misterio, les emplazamos a seguir leyendo.
Desde luego, esta señora, hasta que se tropezó con estas criaturas, gozaba de su silla elevadora que le servía para acceder al segundo piso de su vivienda y le evitaba la cantinela de tener que subirla manualmente, tarea harto complicada dada su avanzada edad. Desde luego, si hay gremlins en la costa, lo más sensato es dejar aparcado el cachivache a la espera de que se despeje el horizonte.
Seguramente esta dama sabía lo que hacía cuando decidió instalar su salvaescaleras y no resultaría extraño que se dejara asesorar por los expertos para acabar decantándose por la flor y nata de sillas salvaescaleras de la época. Una opción nada desdeñable cuando el peso de los años irrumpe con fuerza en nuestro estado físico o un accidente o enfermedad nos ha postrado en una silla de ruedas. Bien, para estos casos de adversidad no debemos claudicar y huir con nuestros bártulos a un hogar sin escaleras.
De hecho, las sillas salvaescaleras comienzan a prodigarse por los hogares y ya no resulta tan exótico toparse con una de estas sillas incorporadas a las escaleras de las viviendas españolas. Quizás debamos achacar su proliferación a la longevidad de las personas, pues no olvidemos que España acaba de ser reconocido, a tenor de lo que se desprende de la última edición del Informe Panorama de Salud 2013, como el país que ostenta la segunda esperanza de vida más larga de Europa. Los españoles nos estamos convirtiendo en un “producto de larga rentabilidad” y, por eso, necesitamos “manitas” tecnológicas para seguir aupándonos a la segunda planta de nuestras viviendas (y las que se tercien) sin necesidad de mudarnos de cuartel general.
Y he aquí que las sillas salvaescaleras nos prestan el salvoconducto preciso para ello, pues no hay escalera que se resista a estos ingenios que son capaces de adaptarse hasta la más enrevesada escalera de caracol. Eso sí, necesitaremos que el profesional de la empresa instaladora por la que nos hayamos decantado la tome las medidas precisas, dado que cada salvaescaleras debe atenerse a las características estructurales de la nueva casa y al diseño de la escalera.
No en vano, podemos considerar las salvaescaleras como un marido o una esposa que debe congeniar con nuestra personalidad para que el asunto tenga éxito, ¿verdad? Pues si para un matrimonio resulta vital esa comunión de almas, imaginaos para una silla elevadora a la que se le pide resistir nuestro trasiego diario. Por eso, más vale no tirar del “marido” de la vecina por mucho que a ella le haya ido de perlas la vida conyugal, ¿verdad? De hecho, el mercado, del que la web es su fiel reflejo, está ofreciendo sillas de segunda mano cuya instalación merece que nos detengamos a sopesar las ventajas e inconvenientes, porque, aparte de un precio algo más módico, pocos beneficios se desprenden de implantar en nuestra casa la silla de otro usuario.
En primer lugar, porque los años no pasan en balde y quizás no haya que aguardar a que pulule por la zona un gremlin de sentido del humor algo macabro para que nuestra silla, que de flamante no tiene nada, se vaya al garete, pues los materiales se desgastan, la tecnología se desfasa, las piezas de recambio se descatalogan como un incunable y las tapicerías del asiento pueden arrastrar un largo historial de derrame de líquidos, incontinencia urinaria y otros avatares de los que puede que no estemos al tanto. Por lo tanto, su higiene puede ser prima hermana de un personaje medieval que solo avistaba un barreño con agua cada dos años.
Por supuesto, un producto adquirido directamente del fabricante siempre nos obsequia con la tranquilidad de la garantía, aspecto que ni siquiera podemos soñar cuando nos decantamos por casarnos con el ”cónyuge” de un conocido o desconocido.
Además, estas sillas elevadoras contemplan unos botones o palanca para controlarlo en el reposabrazos, aunque también pueden emplearse para ello unos llamadores de planta inalámbricos.
Desde luego, lo mejor es empaparse de información al respecto y estamos de suerte, porque internet está pletórico de páginas y bitácoras que nos suministran datos acerca de las sillas elevadoras y no errar, así, en nuestra elección.
De modo que si quieres evitar que tu salvaescaleras funcione como si un gremlin anduviera jugando con los mandos, más vale apostar por lo nuevo y olvidarte de reciclajes, pues eso solo queda bien con el vidrio, el papel y los plásticos. Todo lo demás, al contenedor correcto.
Autora: Ana Durá
Hola!
Estamos de acuerdo, una silla elevadora de segunda mano tiene más posibilidades de provocar una avería o un incidente que una silla normal. Por ello, siempre recomendamos que un profesional especializado revise la silla elevadora de ocasión antes de decidir instalarla. Por menos de 100€, un técnico puede hacer una revisión y ahorrarnos muchas sorpresas (y dinero). Si estás interesada en sillas elevadoras nuevas o de ocasión, nosotros podemos ayudarte.
Felicidades por otro gran post,
Saludos 🙂