Ni te lo cuestionas. No estar en redes sociales hoy en día sería muy loco.
Pero sin embargo, es también un dolor de cabeza estar pensando qué publicar ahí. Estar pendiente de sacar alguna foto chula de la obra para colgarla en tu perfil. Cuando ya tienes de por sí bastantes marrones en obra y no obra que resolver cada día.
Aún así, haces el esfuerzo.
A veces publicas con más frecuencia, otras con menos. Pero vas haciendo y sobreviviendo.
El caso es que pasan los meses, se acumula el esfuerzo, se empiezan a agotar las ideas y se pierden las ganas de seguir publicando a la vez que… Ves que por ahí no acaban de llegar clientes.
¿De qué va esto entonces?
Ser visible e impactante
Todo empieza cuando uno toma consciencia de que eso de ser visible importa.
Y es cierto. Importa mucho.
Hoy en día recibimos unos 5000 impactos publicitarios al día (hay quien dice que 3000 y otros que 6000, unos miles en cualquier caso).
Una persona que ve tu publicación no ha acabado de dar “like” que ya tiene la siguiente publicación asomando y picando su curiosidad. Eso si se para a mirarla y no hace scroll hasta el infinito porque sabe que el hilo puede ser muy largo y darle entretenimiento para un buen rato.
Así que, llamar la atención y captar unos minutos de tu posible cliente o público, es cada vez más difícil en este contexto.
Siendo objetivo y un poco empático, ¿cuánto atractivo crees que puede tener para ese usuario una publicación que diga “vivienda en la sierra de Madrid de 120 m²” y una foto de la vivienda?
Pssst. Vale, si le gusta la foto dará un “like” y pasará de corrido a la siguiente publicación. ¿O no? Salvo que tu posible cliente sea un arquitecto frustrado que se vuelve loco con cualquier foto en la que aparezca un edificio.
Pero me temo más que será una persona normal con sus preocupaciones diarias y sin saber distinguir que es buena o mala arquitectura. Ni fliparse con cualquier foto de una casa por muy chulo que sea el ángulo.
Entonces seguirá con su scroll y se olvidará de ti, quizá para siempre. O hasta que vea otra de tus publicaciones si le coincide dentro de un feed con 217.346 publicaciones más.
Piensa ahora en esa publicación con la misma foto y un texto que dice “una vivienda en la que desayunar con vistas panorámicas de la sierra de Madrid mientras no pierdes de vista a tu hijo jugando y correteando por el jardín”.
Quizá al leer eso, el otro piensa, “ya me gustaría a mí tomarme el café tranquilo con esas vistas y que el crío esté a lo suyo un rato y me deje en paz”.
La probabilidad de que eso quedé algo más grabado en su cabeza y que incluso pase a mirar quién está detrás de esa casa, casi seguro que aumenta. A lo mejor además del like, acaba comentando. O siguiendo, si no lo hacía ya.
Ahora puedes haber captado más su atención y suscitado algo más de interés.
Pero todavía no has conseguido un cliente.
Frecuencia y consistencia
Una publicación entre una vida ocupada y otros muchos impactos de contenido diario, en no mucho tiempo se habrá olvidado. Unos segundo si el impacto emocional fue muy bajo o nulo (caso de la publicación primera) o unas horas o un par de días si fue un poco mayor (caso de la publicación segunda).
Pongamos que has conseguido cosechar cierto impacto en tu cliente potencial. Si le sigues dando a las publicaciones y posteando más, igual en unos días le vuelves a impactar otro poco. Y tras unos días más, otro más.
Eso, claro, suponiendo que la red social en cuestión decida mostrar tu publicación a ese mismo usuario porque su algoritmo así lo decide. Y que por otra parte a ese usuario no le pille la publicación justo cuando llegaba el bus y guarda el móvil o cuando saltó un mensaje de whatsapp en la pantalla.
Aún así, pongamos que tu publicación le vuelve a pillar a ese usuario. ¿Le vas a hablar de una tarde en familia jugando al parchís sentados todos en un salón de techos altos o de cómo has solucionado la impermeabilización de una cubierta en tu última obra?
Porque lo mismo continuas siendo interesante para ese posible usuario o lo aburres y lo pierdes del todo.
Publicas e impactas más veces, y empiezas a resonar más en su cabeza. Pero ojo, siempre que tu mensaje sea consistente y no te vayas por las ramas con algo que ni de lejos le interesa.
Aún así, hay algo más a tener en cuenta sobre las redes sociales.
Principio para grabar a fuego en la cabeza
Puedes haber oído hablar de influencers con muchos seguidores y youtubers con muchos suscriptores. Pero no creas que eso per se les da muchos ingresos. Ni que muchos tiene los ingresos que cabría esperar por su número de followers.
No creas que es casualidad que Instagram no te ponga fácil poner links en las publicaciones. Ni que Linkedin favorezca menos la difusión de publicaciones con link externos. O que Youtube se haya inventado lo de recomendarte un vídeo cuando acaba otro.
Su objetivo es que te quedes pasando más tiempo en su red. Ese es su negocio. Más usuarios en la red durante más tiempo, más anunciantes quieren publicitarse, más ingresos capta la red social en cuestión.
Como usuario no pagas nada por usar esas redes, pero alguien tiene que estar pagando todo ese tinglado, claro.
La cuestión para ti es usar todo eso a tu favor. Crear una manera de ordeñar las redes sociales para que esos usuarios que están por ahí lleguen a ser tus clientes.
Entonces, ¿por qué por mucho que publiques no acabas de ver recompensado ese esfuerzo en forma de clientes?
Seguramente porque te falta una estrategia en la que las redes sociales sean solo una pieza que en conjunto con otras, acabe produciendo clientes.
Si no, puede ser que le estés dedicando mucho tiempo a crear y publicar contenidos, o que inviertas en un community manager y en el fondo sientas que nada de eso compensa.
Son unas cuantas pequeñas cosas las que importan en esa cadena, empezando por tener una estrategia. Si la gente sigue en redes sociales, algún beneficio le habrá visto.
Sobre la autora:
- Noelia Álvarez es ex-arquitecta enfocada ahora en ayudar a los estudios de arquitectura a asentar unas bases sólidas de empresa que impulsen su crecimiento y propósito.
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