Ilustración 1: The Thinking Hand, Juan Borchers, Meta Arquitectura, 1975
Un bolsillo es bolsillo porque, a fin de cuentas, bolsillea. Piénsese primero, entonces, en ese concepto: bolsillear. Dígase de bolsillear que es el acto de ser bolsillo, lo cual plantea la pregunta inmediata y comprensible de qué se dice de bolsillo, si de bolsillear se dice que es ser bolsillo, pues no parece caber duda sobre que ser bolsillo es bolsillear y que para que el objeto a crear bolsillee necesitará por tanto cosas que bolsillear.
Arquitectura de un bolsillo
Tómense en los primeros proyectos, los más sencillos, artículos cotidianos, que darán lugar a un bolsillo de tipo igualmente cotidiano. Como ejemplos del día a día, que no diurnos, se pueden utilizar: llaves, resguardos de compra, dinero suelto o atado, aparejos de telefonista, direcciones, recordatorios, servilletas y pañuelos, música, caramelos o chicles, navajas suizas de suiza, navajas suizas de algún otro lugar, navajas sin patria, artículos de papelería, una novelita estilo El viejo y el mar o un compendio breve de cuentos de, por poner un ejemplo, Scott Fitzgerald, entre otros. No se preocupe ni se exceda, pues no es corriente que tantos y tan variados objetos coincidan a la vez en un mismo bolsillo. Dimensiónese para no más de tres de los artículos mencionados (o cualesquiera de entre los que se le haya ocurrido) en condiciones normales, alguno más en horas puntas, que, aunque no se sabe cuáles lo son en lo de bolsillear, si se sabe que en ellas la tolerancia a los espacios pequeños y apretados aumenta.
Otros objetos no tan cotidianos derivarán en el diseño de diversos tipos de bolsillo: bolsillos secretos, bolsillos íntimos, bolsillos importantes, bolsillos oficiales, bolsillos escolares, bolsillos protectores y bolsillos de tipo papelera, entre otros. En ocasiones en los bolsillos se depositan seres queridos, pero entonces se les llama marsupios, siendo lo suyo marsupiar, no bolsillear.
Para proyectos más avanzados y complejos, habrá que tener en cuenta otros factores más allá de las características de lo bolsilleado, como el soporte en el que el bolsillo va a bolsillear, que derivará en bolsillos de chaqueta, de pantalón, de bolso o de estuche de guitarra, o el tamaño del bolsillo, que no contempla más que el clásico triunvirato de grande, mediano y pequeño, si bien los límites entre cada uno de estos niveles no están bien definidos y son, a día de hoy, una de las principales discusiones del gremio de bolsilladores, una especie de Bilderberg más terrenal pero igualmente esquivo a los ajenos.
Entendiendo al cliente
De entre todo lo bolsilleable, no obstante, será necesaria una especial atención a la mano, sin importar en estas fases de la operación la alineación de la misma (de nuevo, dividida en derecha o izquierda, aunque hay quienes defienden la existencia de manos de centro, de los que la mayoría entonan burla y las sitúan entre congéneres de lo fabuloso, lo unicórnico y lo gallifántico. En fin, piénsese en esa mano como en el cliente: hágasele preguntas, analícesele, atúrdasele con otros proyectos ya realizados, a ser posible exitosos —y cuanto más exitosos, mejor—. Invítese a la mano a tomar café si se tornase preciso. Negóciese con ella todos y cada uno de los aspectos del bolsillo, pues será la mano la única que realmente lo utilice. Será ella quien viva su oscuridad, quien roce sus paredes o quien a veces descanse o duerma en su concavidad. Será el bolsillo la cama donde la mano pueda acostarse en tiempos de incertidumbre, nervios o largas esperas, bajo acoso de lágrimas, ansias y/o suspiros; será una despensa, un taller, un consultorio, una farmacia, un escritorio o una carpintería dependiendo de quien se encuentre al otro lado del brazo; será estufa en invierno y compañero indispensable para cualquier viaje. En definitiva, antes de empezar, téngase en cuenta que un bolsillo, mientras es bolsillo, lo primero que bolsillea es la mano, y lo segundo, todo lo demás.
Ilustración 2: Representación esquemática de la mano izquierda, tal y como la percibía Jean Belot
Sobre el autor: Hugo M Gris
Arquitecto por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Máster por la ETSAB, me interesan todo aquello que me ayude a entender cómo funcionan las cosas. Me encantan las historias y las consumo en cualquier medio que me salte al paso: cine, cómics, videojuegos, etc, con el sueño de poder ser yo quien las cuente algún día.
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